Era 2 de febrero, el avión despegó y dejaba atrás mi casa, mi familia, mi colegio, mis amigos y mi país. Abracé a mi madre y a medida que pasaban las horas entendía que estaba a punto de comenzar una nueva vida y eran muchas las emociones que sentía. Cuando llegamos a España estaba muy emocionada, la ciudad de Granada me recibió llenita de nieve, era un sueño. ¡La nieve es increíble! Me divertí mucho con ella.
Los primeros días en España fueron muy emocionantes, estaba feliz de conocer otro país a la expectativa de todos los cambios; pero tenía miedo, pues a pesar de que estamos en el siglo XXI y han habido muchas luchas por la igualdad aún se vive la discriminación por la religión, género y raza, así que debido a esto tenía mucho miedo de que en mi nuevo colegio no fuera a ser aceptada y empezará a sufrir bulling por mi color de piel. Para mi sorpresa y gran alegría fui muy bien recibida por profesores, las sueños y mis nuevos compañeros, me recibieron con mucha alegría. Fue ahí donde comprendí que independientemente de nuestro lugar, de origen y color de piel somos hermanos y estamos aquí para respetarnos y valorarnos porque es ahí donde radica el valor de la vida, una vida sin desigualdades donde lo que reina sea la paz, la unidad y el amor.
Luna